Echo muy frecuentemente de menos a una maravillosa chica caboverdiana que trabajaba en el Club Ninot de Bétera. Pequeña, ágil, unos 30, tetas no grandes pero casi perfectas y con una actitud excepcional.
Debí sacarla del lupanar infame y casarme con ella.
Debí sacarla del lupanar infame y casarme con ella.



